viernes, marzo 20, 2009

Arnulfo Vigil


Parte de esta entrevista se publicó en la segunda quincena de febrero de 2009 en el número 91 de La Rocka:





A veinte años en el Oficio


Por Erick Pérez


Arnulfo Vigil, Montemorelos, N.L. 1956
Es poeta, periodista y editor.
Director de la editorial y de la revista de contracultura Oficio.
Realizó estudios sacerdotales en el Seminario de Monterrey. Ha colaborado en el periódico la Jornada, en la actualidad tiene su columna de opinión en el periódico El Porvenir. De igual forma colabora en La Rocka, con la sección Vigilia Urbana. Coordinador junto con el también poeta y periodista Pedro López Alvarado de un documento indefinible pues contiene, pintura, dibujo, cuento, crónica, ensayo y poesía: Escalera al cielo, Literatura & Rock & Arte (dicen que es un antro de papel). Premio estatal de periodismo. Su libro de poemas La banda de los querubines laicos fue galardonado con el premio nacional de poesía 2001 otorgado por la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Su obra Lourdes y Jorge fue ganadora del Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta otorgado por el Ayuntamiento de Tampico, Tamaulipas en el año 2007. Su más reciente libro, De tu querida presencia, es una compilación de poemas al Che Guevara.

Entre sus obras:
Gloria Trevi y otros cielos
Epigramas de amor y de ira
La banda de los querubines laicos
Escalera al cielo
Arcángeles naranja
El regreso del ángel bermellón
Mariposas de lámina
Lourdes y Jorge.

20 años ¿Qué ha dejado Oficio a través de todo este tiempo?
Mira, algo importante en eso, es que llego a la reflexión, de que se han formado casi dos generaciones de lectores y obviamente de gente que se ha ido acercando a la lectura. Un impacto importante es que algunos de nuestros lectores, tienen la edad de Oficio, es decir, cuando nació Oficio ellos nacieron y fueron leyendo la revista porque sus papás que son contemporáneos de nosotros, la llevaban y, ellos crecieron con Oficio, esa es una. Otra cuestión importante es que varios poetas que ahorita están consolidados en sus carreras empezaron en Oficio: Armando Alanís, Gerson Gómez, José Eugenio Sánchez, Pedro López Alvarado, etc. Eso es lo que ha dejado.

¿Cómo inicia Oficio? ¿Cuál es la historia? ¿Porqué crear una revista de contracultura?
Inició en enero de 1990 y en ese tiempo no había tantos espacios como hoy los hay para publicar. Entonces las revistas solo llegaban a un número o a tres números. Nació por la misma necesidad de publicar nuestros trabajos y de participar dentro de la actividad cultural, social y todas esas cuestiones. Empezamos por definir bien las estrategias, porque yo había estudiado a que se debía que las revistas no progresaran y yo empecé al revés, empecé por lo administrativo. Invité a varios amigos, entre todos coincidimos y sacamos la revista, primero tres números, luego cinco números y ya nos sentamos bien para definir la línea editorial. Y así empezó. Y de contracultura porque nosotros lo hicimos en visiones de diferentes matices, en visiones democráticas sobre la cultura, sobre la sociedad.
Contracultura es una corriente estética, política, social que apunta hacia las humanidades, a defender a las humanidades por sobre la tecnocracia y la tecnología, es un concepto que viene de los sesentas, setentas y que nosotros lo adaptamos a nuestro entorno.

Según el escritor José Agustín en su libro La contracultura en México, existen muchas formas de entender este concepto, podría ser como un rechazo a la cultura institucional, una insatisfacción a todo lo establecido, muchas veces de una manera consciente o inconsciente, en este caso de Oficio ¿bajo qué concepto de contracultura opera?
Ese, el que yo creo que es el esencial. Unos identifican el concepto de contracultura como el hapeninng, otros como las vidas dionisiacas, apolíneas, nosotros la identificamos como la prevalencia de las humanidades por sobre la técnica, por sobre la orientación empresarial de las ciencias, todo tiene sentido mercantilista, todo tiene sentido de consumo y nosotros nos inclinamos en contra de esa cultura dominante, por eso es contracultura y porque apostamos a defender las humanidades, como se diría en específico.

¿Qué encontramos en las páginas de Oficio?
Encontramos fundamentalmente literatura, puesto que quienes la hacemos somos poetas, encontramos mucha poesía que nosotros nos empeñamos en defenderla porque los espacios para la poesía cada vez son menos o son minoritarios respecto a otros géneros. Encontramos también análisis, ensayos políticos y encontramos mucha, mucha difusión de libros. Nos interesa mucho la lectura.

A veinte años de Oficio ¿cómo se siente la revista, cómo se siente Arnulfo Vigil?
Yo en lo particular, me siento un poco cansado ya que han sido batallas, muchas veces de David contra Goliat pero, me siento también muy satisfecho de haber logrado lo que no se ha logrado en la historia reciente de Nuevo León según el historiador Israel Cavazos que, no hay un caso como este, en la historia reciente de Nuevo León sobre todo por las características de Oficio que es una revista autogestionaria, independiente, libre, no depende de ninguna institución ni gubernamental ni privada y vive de la venta de publicidad.
¿Cómo fue su generación?
En nuestra generación compartíamos muchos elementos, por ejemplo la cultura del rock, somos rocanroleros fundamentalmente, compartíamos también la simpatía política hacia la izquierda, compartíamos también el afán por la lectura y por cultivarnos intelectualmente, es una generación que pone ante todo las ideas y por otra parte también… la fiesta.
¿Su generación con la actual?
Creo que hay muchos talentos, hablo de Armando Alanís, hablo de mujeres, las mujeres han desarrollado mucho y navegan muy libres dentro del campo de la literatura, del arte, creo que a las mujeres les ha llegado su turno de participar activamente. Veo gente con mucho talento pero a la vez me da miedo que desconozcan la historia literaria de nuestro Estado. Pocos son los investigadores, pocos son los ensayistas, se inclinan más hacia la creación pero, olvidando un poco la investigación, la reflexión, la crítica sobre nuestro entorno y sobre nuestro pasado inmediato.
Sus palabras coinciden con lo que dijo alguna vez el maestro Genáro Saúl Reyes en una charla sobre literatura del noreste, al mencionar que a la mayoría de los jóvenes creadores solo les interesa Monterrey y el extranjero, olvidándose por completo del resto del Estado.
Creo que es un parecer. Creo que se debe principalmente al centralismo. De que Monterrey es Nuevo León, lamentablemente.
CONARTE tiene muchos programas de difusión literarias en los municipios yo creo que en esa parte se cubre medianamente, hay instancias también oficiales que tratan de cubrir esa ausencia pero, creo también que las nuevas generaciones se relacionan más fácilmente con la cultura nacional capitalina y creo que ellos han sabido aprovechar muy bien las nuevas tecnologías para hacer en vez de páginas impresas, páginas electrónicas, se comunican muy bien por correo electrónico. Están al tanto de todas las noticias literarias y participan de esa manera.
Mencionó que existen talentos mujeres ¿Quiénes son?
Hay muchas mujeres muy talentosas que han despegado, entre ellas, las nuevas, Minerva Reynosa, Rosa María Elizondo, Tania Gerard, está Ana Kullick aunque ella es más cercana a nosotros, está también Virginia Rodríguez, muchachas jóvenes que están empujando bastante y que escriben su poesía sin ningún tapujo.

Además de poesía, ¿intentó la crónica, novela o cuento?

No, fundamentalmente por mi doble vocación de poeta y periodista, ejerzo la crónica en una primera instancia como reportero, como trabajador de algún medio y segundo porque es un género que se me da y cubro con esa manera la parte de periodista y la poesía pues sí, se fue decantando, yo no he escrito novela, en algún tiempo escribí cuento y publiqué cuentos pero, me fui orientando más hacia la poesía.

Leí en uno de sus libros que tuvo estudios sacerdotales, eso es por un llamado, ¿cómo fue el llamado a la poesía?

Sí, yo estuve en el Seminario de Monterrey. Bueno, pues, las dos cosas son compatibles, yo escribía poesía desde muy joven, de secundaria, en los típicos poemas a la bandera mexicana, y a la madre.
El Seminario me ayudó mucho, yo tenía la intención de ser sacerdote, ahí mismo se me dieron muchos medios para seguirme cultivando, existen grandes bibliotecas, existen personas muy cultas que me fueron orientando en lecturas y, a la vez en poesía y una vez que salí, participé en talleres de literatura en la Casa de la Cultura, en el CREA, en varias dependencias que tenían talleres de literatura y la convivencia con amigos que compartíamos esa afición y, de esa manera se fue puliendo esa veta.



Veo en su oficina infinidad de libros, discos y mucho rocanrol, ¿alguna vez intentó estar en un grupo o pretendió grabar un disco?

Sí, obviamente, por ejemplo, tocaba la guitarra pero la falta de práctica y por clavarme más-no puedes abarcar tanto- por clavarme más en la literatura, escribir como loco para irme perfeccionando y crear y tirar bocetos y borradores, fui descuidando la música para quedarme en vez de actuante en eso, disfrutar ¿no? Pero, comparto mucho y una de las influencias de mi poesía es precisamente el rock y los poetas rocanroleros que creo que se dan muy bien en esos dos campos. Es una especie de formación que he tenido y escribo seguido sobre rock, rocanroleros y esas cuestiones.
Entre sus libros está uno que se llama La banda de los querubines laicos, ¿Quiénes son los querubines?
Pues yo los identificaba con los Warriors, con los jóvenes pandilleros que es un fenómeno social de nuestro tiempo, que es un fenómeno importante y un poquito también compartiendo la visión del punk donde no hay futuro. Lamentablemente no tienen futuro y persiste talento en ellos, vale la pena dibujar sus intensiones, plasmar en palabras la vida de ellos.

¿Es necesario acudir a talleres literarios?, ¿que se aprende allí?

Yo creo que sí. Es fundamental. Sobre todo y en primer lugar, ser perceptivo ante la crítica y el análisis que otros hacen de tus textos, porque generalmente en esa etapa de la formación del escritor uno cree que sus textos son algo muy íntimo y si dicen algo en contra del texto es como si nos ofendieran a nosotros mismos. El taller te sirve para hacer un distanciamiento ente lo personal y la escritura y segundo, pues conoces de los estilos de cada quien, vas aprendiendo a compartir lecturas para discutir libros y vas viendo que un poema hay que escribirlo una y otra y otra vez, que aprendes también que es mejor escribir con el borrador que con la punta del lápiz.


Veinte años son un buen pretexto para celebrar ¿Cómo la hará Oficio?
Vamos a hacer un ciclo de lecturas. Durante los meses vamos a presentar libros y esperamos que para después de Semana Santa, por ahí hacer un gran bailongo, una tocada.
Están invitados todos, nuestros lectores, nuestros amigos y toda la gente que en realidad ha hecho Oficio, el mérito no es mío sino de un consejo que funciona muy informalmente pero que decide mucho sobre los textos al momento de traerlos. Se ha pulido tanto el consejo de redacción…el consejo consultivo, más bien. Cada quien ya trae textos o los consigue de acuerdo a la línea editorial de Oficio pero, el mérito ha sido del consejo que en su mayor parte del tiempo ha estado con nosotros.

1 comentario:

Humberto Garza Cañamar dijo...

Que en los talleres de poesía la instrucción es inefectiva… ¡es un hecho! basta con ver los resultados. A un taller de poesía la gente va a aprender malas mañas, a destruir la poca originalidad que posee; y a suprimir cualquier rudimento de estilo personal que incipientemente ande queriéndose desarrollar en su matriz creativa. Quienes imparten enseñanza en esos talleres, son como la profesora Manuela; que sin saber leer ni escribir puso escuela. El 90 % de los miles de archivos que he recibido, provienen de poetas inexpertos que atienden esos talleres, el otro 10 % es de los ‘iniciados’ (pseudo-poetas destacados que ofician como instructores en esos corros).
La poesía malhecha no es incidente actual, siempre ha existido; pero nunca antes había imperado tanto desprecio contra sus cánones, ni tanta animadversión contra sus fundamentos. A dónde puede llegar un poeta que no sabe emplear siquiera 3 o 4 ritmos de los 27 que existen? Un poeta que ignora las reglas del metro? Un poeta que rehúye a la rima como si esta fuese portadora de un destructor contagio?
El éxito de los músicos no es accidental, proviene de su adherencia a todas las normas y exigencias de su arte. Veneran a sus antepasados con devoción perruna; basta escuchar a Satriani, Malsteem, Petrucci, y muchos otros roqueros Metal para descubrir de inmediato que hasta ellos, con toda su modernidad, se sueldan a las cosas que ejecutaron sus antecesores. Ellos sí saben de cuales misas provienen los milagros. Mientras que mis colegas, de Walt Whitman para acá… Ya no quieren respetar nada.
Humberto